Viernes de Dolores

Primero el artículo de Carlos Mota
tomado de http://www.milenio.com/mexico/milenio/firma.php?id=601786

¿Quién quiere estudiar filosofía en la UNAM?

¿Qué perspectivas profesionales tiene un joven que estudie en la Facultad de Filosofía y Letras o en la de Ciencias Políticas y Sociales de la UNAM? ¿Podría ser contratado en empresas como Unilever, Nokia, Sony o Cemex? ¿Querría? ¿Está preparado para agregar valor económico o para generar empleos?

Durante la única conferencia que dicté en uno de los auditorios de la UNAM, años atrás, recuerdo que los estudiantes me escuchaban con cara de no entiendo nada, como si les estuviera hablando de otro planeta. Yo les hablaba de liderazgo empresarial, y les puse ejemplos de Bimbo o Sabritas. Yo he dado clases por años, y no tengo problema para comunicarme en un lenguaje claro con quien no domina la materia de negocios. El problema estaba del otro lado.

Los numerosos ejemplos de estudiantes de esas facultades, empezando por El Mosh y aderezado esta semana por Lucía Andrea Morett Álvarez —la estudiante mexicana herida en el campamento de las FARC en Ecuador—, deberían merecernos reflexiones serias sobre los programas académicos, las habilidades conceptuales y —en todo caso—, el adoctrinamiento de que son sujetos algunos jóvenes en esas aulas.

Ojo. El problema no está en la disciplina, pues hay exitosos egresados de licenciaturas afines que se emplean en agencias de investigación de mercados o que se insertan en procesos creativos en corporaciones que gustan de nutrirse de talento diverso, multiplicando las posibilidades que les brindan los egresados de las facultades de negocios o economía.

No. El problema está en la intención profesional con la que egresan varios jóvenes de esas facultades. Quieren romper el mundo, no construirlo. Uno, que está en el mundo de los negocios, se puede topar con un dentista transformado en publirrelacionsta teniendo éxito, prosperando, aunque no fue en lo que originalmente estudió. Pero no es común hallar un filósofo de la UNAM inserto en el mundo de los negocios. ¿Por qué será?

En Estados Unidos es numeroso el grupo de filósofos o egresados de escuelas de arte que luego estudian un MBA. ¿Su propósito? Hacer negocios. Prosperar. Aquí, sin embargo, los exportamos a los campamentos guerrilleros latinoamericanos. ¿Por qué es ese su destino?




Ahora sí, los comentarios del Pávido (Indig)Návido con la astucia de RM en la corrección.


¿Qué perspectivas profesionales tiene cualquier egresado de cualquier carrera de cualquier universidad de nuestro país en un país con un mínimo crecimiento económico, en franca depresión académica y en plena crisis social, en un mundo cercenado por la violencia generada por rencores y odios (de cuya comprensión se han ocupado el arte, el pensamiento y las humanidades, en un intento por librar a la humanidad de dichos dolores), generados, entre otros factores por la acumulación de capital en un pequeño porcentaje de la población y en las exiguas posibilidades de cumplir con las expectativas que se imponen como modelo de vida?

Señor Mota, no estoy seguro del sentido y fin último de nuestra razón de ser en este mundo, permítanos por favor pensar, esperar, desear que no sea únicamente hacer negocios: ¿todo lo que usted hace en esta vida es para hacer dinero? (me imagino que no tiene hijos, bajo su óptica serían una pérdida de dinero y si los tiene me imagino que piensa venderlos para... prosperar, no les veo otro propósito).

¿Para ser feliz es condición sine qua non quererse contratar en empresas como Unilever, Sony, Nokia o Cemex? (Ojo que no se está criticando ni a sus empleados ni a sus dueños, simplemente que en un mundo diverso -y para muestra plantas, animales, elementos, minerales, ecosistemas, razas...- las posibilidades de felicidad podrían ser igualmente diversas, ¿o es precisamente la diversidad lo que no le gusta, sr.?)

Querer cambiar el estado de las cosas, procurar que la justicia alcance a los más, recuperar la relación armónica con la naturaleza, aspirar a la equidad económica, social y cultural son algunas de las causas que han enarbolado aquellos que quieren romper el mundo para construirlo, casi siempre sin lograrlo, muchas veces por caminos que a otros pueden no parecerles adecuados, pero están ahí, recordándonos con sus heridas que algo no está bien, que mucho está mal.

Creo que los seres humanos no podemos ir por la vida esperando que todos entiendan lo que decimos, me suena a soberbia, como deseo es encomiable, pero nauseabundo como pretensión. El entendimiento se establece horizontalmente, procurando la verdadera interlocución con el otro, transitando juntos hacia la formación de significados y la construcción de conocimiento. Ya que usted nos suelta como ejemplo de liderazgo a la empresa que ha inundado nuestras escuelas de productos que dañan la salud de niños y jóvenes (¿o me va a decir que es saludable, deseable y plausible que no podamos comer sólo una?) permítame sugerirle que tome alguna clase de: la Dra. Rojas, el Dr. Rubial, la Mtra. Baez, la Dra. Company, el Dr. Johansson, el Dr. Herrera o la Dra. Cándano, no más como ejemplos.

Además de Alejandro Echavarría (para mí la gente sí tiene nombre) y Lucía Morett, por las aulas de nuestras facultades han pasado personas como Helia Bravo, Mario Molina, Ruy Pérez Tamayo, Ana María Cetto, Alfonso García Robles, Rodolfo Neri Vela, Pedro Ramírez Vázquez, Manuel Gómez Morin, José Vasconcelos, Guillermo Haro, Jacobo Zabludovsky, Carlos Slim, Hugo Sánchez, Jorge Volpi, Carlos Fuentes, Ignacio Burgoa, Jaime Torres Bodet, por mencionar sólo algunos.

Seamos más específicos y digamos algunos nombres de egresados de facultades exportables a campamentos guerrilleros: Rosario Castellanos, Luis Villoro, Adolfo Sánchez Vázquez, Margo Glantz, Edmundo O´Gorman, Juan Manuel Lope Blanch, Miguel León Portilla, Dolores Bravo, Clementina Díaz y de Ovando, Felipe Garrido, Germán Dehesa, Eduardo Casar, Gonzalo Celorio, Margit Frenk, Vicente Quirarte, Huberto Batis, Juan José Gurrola, Juliana González...

¿Nota usted cómo, especificando, se vuelven menos espectrales los miedos? No le eche la culpa a la UNAM de sus fobias; nadie diría que la religión católica es semillero de homicidas sólo porque una cantidad importante de quienes cometen dicho delito en este país son católicos. Además, ser guerrillero y ser criminal no es lo mismo. Imagínese que la mitad de los egresados de nuestras facultades se fueran de guerrilleros: ¿cómo estaría este país, Latinoamérica? Pero qué fácil es categorizar en abstracto para asustar, azuzar e insultar, disfrazándolo todo de buena intención y comentario edificante.

La víscera se impone ante el sinsentido, pero usted, mercenario de la zalamería capitalista no vale ni el más baladí de mis insultos (para cualquier aclaración semántica o léxica, lo remito al DRAE -Diccionario de la Real Academia Española, por si no entiende de acrónimos-) (por cierto, señor Mota, los trabajos de actualización y enmienda de dicha obra son encabezados, en México, por uno de los numerosos ejemplos de egresados de esas facultades).