El Pávido Návido y el cordón del churumbel

20060113

era un no me olvides convertido en flor, era un día nublado era un día sin sol

Tiene un par de días que escucho insistentemente a María Antonia Peregrino, Toña “La Negra” en vulgo chabochón, aunque sé que dejo a más de uno en las mismas. Bueno, no ahondaré en la biografía de la “Sensación Jarocha”, hermana del “Negro” Peregrino y amiga de Pedrito Vargas, Amparo Montes y etcéteras. El chiste es que encontré la interpretación que de Azul hace la cantante en cuestión. Sí, Azul, la canción emblemática de Agustín Lara, una especie de himno de culto que se cita a menudo, se recuerda de repente en círculos literarios como coqueteo con la cultura “popular”, se arregla filarmónicamente para ser interpretada y arrancar suspiros al público, etc., etc.
Dudo mucho que Azul sea la canción con más versiones de las casi setecientas que escribió el “Flaco de Oro” (¿cuántas versiones habrá de María Bonita, hasta Fito Páez la toca cuando viene a México? ¿cuántas de Farolito, Piensa en mí o Veracruz que tan espléndidamente supo interpretar Rigo Tovar?), pero es, a mi muy particular y lego punto de vista, la canción de Lara que tiene las mejores interpretaciones.
Azul, en sí misma, encierra la poética de su autor: brevedad y ostento, presencia femenina dominante, cuasi fatal, además de imprecisión métrica, en cuanto a la letra se refiere, melódicamente hablando, tiene toda la carga florista de su autor. Azul, es una especie de secreto a voces, una canción que, aparentemente, todos conocemos pero que sólo recordamos cuando la escuchamos, aparece y se va.
Nunca he escuchado esta canción en voz de su autor, no sé si exista la grabación (agradeceré informes), sería algo tan cercano a algún sueño que me turbaría bastante, pero el punto es que, las canciones grabadas por el propio Agustín no dejan mucha libertad a los intérpretes, Lara con su estilo austero pero de referencia absoluta aniquila las posibilidades de cantantes temerosos. Por eso son pocos sus intérpretes que destacan ante el avasallador recuerdo de su voz y su piano: Chavela Vargas con Piensa en mí y Aquel amor, Amparo Montes con Nadie, Marilú con Te vi pasar, Antonio Badú con Hastío, Eugenia León con Ven acá, Las Hermanas Águila con Tus pupilas, Fernando Fernández con Pervertida, Lupita Palomera con Sólo tú y Plácido Domingo con María Bonita, sin olvidar la lúdica y eléctrica versión de La última carcajada de la cumbancha que hace Café Tacvba en suertudos conciertos.
A diferencia de otras de las canciones de Agustín Lara que fueron compuestas para un intérprete específico y que después ha sido difícil rebasar la grabación original, Azul, al no tener un referente claro en la época de esplendor de su autor, ofrece libertad y muchos de quienes han aceptado el riesgo atinan a crear una canción sumamente disfrutable.
Mario Ruiz Armengol y su orquesta, dan una versión instrumental cuidada y sutil, un poco más candente son las interpretaciones con marimba, además de los arreglos que han hecho varias danzoneras e incluso Los Xochimilcas que la incluyen en un potpurrí de melodías llamado Danzones de Lara.
Hablando ya de voces tenemos, por supuesto, a Toña “La Negra” con su dominio sobre la gravedad, contrapunteando con las campanas (¿crótalos?) agudísimas que se escuchan en la introducción musical. Amparo Montes nos regala el cuerpo de una voz educada y con experiencia envolviendo junto al piano al que escucha. Marilú “La muñequita que canta” da cuenta de su alegría bailando a pequeños pasos mientras da los tonos exactos para no endulzar el momento, verla en vivo cantar Azul, es trasladarse a varias décadas atrás. Con agudeza engolada Carmen Salinas da, en Danzón, una versión a capella de la canción mientras lava en una escena sensualmente cotidian. El cuarteto de cuerdas que toca en la lujosa cantina La Ópera tiene su propia forma para dar a Azul un toque ronco y sobrio que contrasta con lo ligero del salterio. Ligia Cámara, también de voz potente y clara, encarna en su interpretación cierto espíritu de exquisitez meridiana. Una de las grabaciones más recientes de Azul, es la de Iraida Noriega que entre improvisaciones vocales y de los músicos que la acompañan da la dimensión del jazz a una canción clásica que se entrega al misterio de la creación constante.

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