mejor pongan barras cromáticas o una foto del santocristo y música sacra

Está bien que mucha gente deje sus casas en esta época para salir a pasear a Tepetongo, Ixtapan de la Sal, Las Termas, el balneario Olímpico de Pantitlán, Tecolutla, Chinahuapan, La Ola, El Rollo, Oaxtepé (sic), La roqueta, Juquilita y un larguísimo etcétera que enaltece y nuestro amplio repertorio turístico de consumo doméstico (oséa que asiste gente sin necesidad de pasaporte, no exclusivamente trabajadoras del hogar, aunque así lo parezca el mayor porcentaje de los springbreackers clon tepiteño de una copia región 4), está bien que otra parte de la población se ocupe de conmemorar el momento en que Cristo Jesús se convirtió en la tercera persona de la Trinidad, resucitando de entre los muertos y ascendiendo al Cielo (en subida libre imagino) para sentarse a la derecha del Padre y colmen iglesias ataviadas de morado y las calles de los ocho barrios de Iztapalapa o se flagelen con ramas de zarza en Taxco, también está bien que un fragmento del paisanaje se dedique a la talacha de la casa en estos días sin chamba, pero por favor, por piedad, ora sí que en tiempo de melones, pues no mameyes.

¿Qué se creen los programadores de la televisión? De veras que es para volverse agnóstico o de plano musulmán o físico o comunista come niños. Señor, Tú lo sabes, cada mañana que me obsequias la dicha de sentir el sol y respirar el aire repito los versos que te alaban, agradando a tu misericordia: No me mueve mi Dios para quererte...

Pero de plano que en esta Semana Santa estoy por descarrilarme, es que no hay que ser. La programación de tele abierta está, no para colmarse de gozo por la resurrexión del hijo unigénito de Dios Todopoderoso, ni para reflexionar sobre el mensaje de paz que trajo Jesús al mundo de la carne, no, ha sido diseñada para que los que nos quedamos en casa terminemos del lado de Sadam, Napoleón (el francés, no el remedo de Fidel Velázquez que regentea la lana de los mineros), Diego Santoy y demás anticristos engendrados por la mismísima bestía.

Neta que uno se harta de tanta biografía chafa del Nazareno, tanto pinchi estudio quesque arqueológico, quesque biológico y na nais, siempre dicen lo mismo que cualquier película midisecular (de medio siglo) del XX, de veritas que uno prefiere las barbas postizas y la acartonada peluca de Enrique Rambal que las animaciones de 3d del discovery que quieren volver científica la fe ¡por favor!, la fe no se cuestiona. Y luego tantas películas gringas con Jesús tan güerito y Jerusalén y alrededores tan tropicales. No, silo que uno quiere ver en estos días es algo que realmente lo haga entrar en comunión con lo divino, películas que le lleguen al tuétano, en las cuales, al ver reflejada nuestra cotidianidad consigamos la anagnórisis y la comunión requeridas para que los romeritos nos sepan a gloria y nos den ganas de bañarnos el sábado de ídem.

A ver, ¿por qué no programaron ese peliculón que retrata la pícara vida de quienes representan la pasión de Iztapalapa (El elegido, 1977, Servando González)?, un películon naif en donde los haya, Katy Jurado haciendo de Magdalena en el teatrote del Cerro de la Estrella y en la vida real (de la película que juega superchido con el asunto de la metaficción), como Doña Paz (ja ja) también le ponía con todos, Patricia Reyes Espíndola haciéndole de María cual escuincla nerviosa y Héctor Suárez entrándole tupido al chínguere antes de salir a encarnar al Iscariote, total que todos llegan crudos al numerito después de velar al hijo de la Magdalena que murio de asfixia por negligencia de la chamaca que lo cuidaba, y termina la película con una voz en off insinuando que todo fue un documental.

¿En dónde me dejaron a mi Lucha Villa? también ella merecía horario triple a con todo y comercial de fecal contra Elenita Poniatowska (por cierto un saludo solidario a la abuelita de la FFyL)¿por qué ya no pasan por estos días Semana Santa en Acapulco de Luis Arcoriza? esa también es una producción que nos llevaría a replantearnos el motivo de nuestra existencia, el viacrucis por el que pasa la familia y sus compadres para encontrar hospedaje en el lindo puerto del pacífico mexicano es una muestra de abnegación y sufrimiento del pueblo mexicano, redimido sólo por su fe.

Ya, por favor, bájenle a su fe ramplona y pónganse algo bueno en la telera que me da güeva ir al video club a rentar la de Mel Gibson, ojalá que en Navidad no se olviden de Lagunilla mi barrio y Adiós Lagunilla, Adiós. En tiempos de recogimiento y solaz nada mejor que el cine mexicano para la evasión reflexiva.