El Pávido Návido y el cordón del churumbel

20080801

don quique don quique, ya tenemos carretera


Hace cincuenta años, cuando albeaba la modernidad que llevaría a México a ser una nación del primer mundo, cuando la ciudad de México y su pujante pequeña burguesía soñaba con una vida suburbana como de película gringa se comenzaron a proyectar algunos utópicos fraccionamientos aledaños a la capital del país que serían una especie de microciudades en las que todo sería feliz alrededor de un centro comercial con cines y neverías. Uno de tales proyectos fue la flamante Ciudad Satélite, al norponiente de Tenochtitlán. Para hacer único ese lugar dos de los más grandes artistas del siglo XX mexicano y de la historia del arte, idearon un concepto innovador y vanguardista en el terreno de la escultura urbana: Las Torres de Satélite obra de Luis Barragán y Mathias Goeritz. Se trata de cinco prismas triangulares que van de los 30 a los 52 metros de altura, ordenados en una explanada, justo en el inicio de una pendiente. La idea era que estas torres fueran la entrada a un espacio un tanto futurista y el ejercicio estético consistía (y todavía se logra cuando no hay mucho tráfico y la calidad del aire lo permite) en ir apreciando cómo, en medida que se va acercando el automóvil en el que se viaja, las torres pasan de ser un diminuto referente a lo lejos, a los colosales cuerpos de colores fuertes que dejan al espectador en calidad de diminuto.

Cuando niño, disfrutaba enormemente aquel espectáculo que me tocaba admirar casi diario. Me emocionaba que estacionaran el auto en la azotea de la panadería Elizondo para poder mirar desde arriba a las torres. Ya con algunos años más, el gusto se hizo mayor al conocer la obra de los autores de las torres, mi cariño hacia ellas se combinaba extrañamente con mi prurito hacia todo lo que las rodea (habitantes satelucos incluídos).

Ahora me entero que el paso del nuevo Viaducto Bicentenario tocará, irremediablemente, a las Torres de Satélite. Aquí no estamos por detener el progreso y no procurar una mejor calidad de vida para los habitantes de los municipios del norte de la ciudad de México (de donde este escribiente es insigne habitante). Simplemente que las cosas se hagan bien. Si van a hacer un segundo piso al periférico que se piense bien, que se libre el tramo, no sólo en el que están las Torres de Satélite, sino toda la extensión necesaria para lograr el efecto deseado por sus autores. Es decir, desde un poco antes del Parque Naucalli hasta el Sears. De otra forma condenaría a las Torres a ser un armatoste en medio de una serie de puentes, su permanencia no tendría ningún sentido (quizá en el fondo es lo que quieren, para posteriormente quitarlas, de todos modos no tienen sentido ahora, claro más que el de embellecer un poco aquella zona, pero eso no importa).
Los funcionarios del INBA que tan comedidamente declararon patrimonio el Superservicio Lomas, no más se le ocurrió decir Megatorre a Marcelito Ebrard, están brillando, con cierto tufo a porcino, por su ausencia en esta ocasión. ¿Será que el verdadero gober precioso es como la madrastra de Blancanieves y no soporta nada más bello que él en su reino?.


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3 Comentarios:

Blogger El B dijo...

que las transplanten (SIC)en Tacubaya, acá les hacemos cancha, total el tocayo de mi hermano Luís, el Barragán ése tan mentado, vivió en el barrio del poeta Victor M. Navarro.

agosto 13, 2008 3:33 p.m.  
Blogger Unknown dijo...

Yo fui una vez en el cole a la casa de Luis Barragan alla en Tacubaya, es genial el lugar. A mi tambien me gustan las Torres, me gusta mirarlas acercandose. Saludos, el comercial ese esta chistoso. Lastima para nosotros que toda esa zona del DF sea puro centro comercial y autopista.

agosto 15, 2008 6:49 p.m.  
Blogger EL PÁVIDO NÁVIDO dijo...

B: sí, hay que hacer gestiones para mudar todo lo bueno que tiene el edomex a la vecina entidad chilanga, entre lo que hay que cambiar de dirección se encuentra el domicilio del P.N.
Yaxkin: la casa de Barragán, por fortuna, está inscrita en el patrimonio de la humanidad, por eso aunque hagan autopistas no podrán tirarla ni nada, las torres no corren con la misma suerte, mal plan.
Besos y copas
El P.N.

agosto 17, 2008 12:19 p.m.  

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