El Pávido Návido y el cordón del churumbel

20080704

fuiste a acapulco y no me dijiste hoy me siento solo a ver qué me trajiste, -pues nada, pues nada, qué te iba a traer...

Está lejos del centro,
pero qué vista de la Bahía
Lost Acapulco

Las centrales camioneras son el preámbulo de cualquier cosa: el infierno o el paraíso. Así es Taxqueña con sus baños de a tres pesos, remodelados y su piso siempre recién pulido, siempre antesala del viaje, sus groseros vendedores de boletos, cancerberos de los intereses de sus amos, siempre negando los descuentos, siempre mirando desde arriba al pasajero. Por esa puerta partimos con rumbo al puerto de Acapulco.
Acapulco me recibió con una sonora mentada de madre del camarada Fernando Trejo, no pudo haber mejor forma, en esos calores cada quien se refresca como puede. Una vez más, un grupo de escritores se reunía, en esta ocasión para efectuar el 1er Encuentro de Jóvenes Escritores Acapulco 2008.

Oh, Las Brisas,
means the breeze will carry
us like two birds in flight,
on a starless night
Ringo Starr

Acudir a un destino de playa, invitado, despierta las más grandes esperanzas. Mi última vacación acapulqueña habrá sido hace unos trece años, cuando cierta bonanza familiar nos llevó al famoso Las Brisas. En aquella oportunidad no hubo Caleta, ni Puerto Marqués, tampoco transporte colectivo. En esa lid coloqué mis expectativas, con ganas de conocer el mítico Ritz, que se anunciaba durante los cortes del programa de Anabel, tampoco caería mal una estancia en el Hyat.

Para varios de los colegas de la comitiva era su primera vez, la Costera Miguel Alemán, el Baby´O, el Cici, el Salón Teotihuacán corrían por sus mentes y sus deseos se ampliaban por las imágenes que sobre este puerto han creado Agustín Lara, Mauricio Garcés y esa especie de teletón tropical que fue el AcaFest.

....acuérdate que en la playa
con tus manitas

las estrellitas las enguajaban.

Tu cuerpo del mar juguete
nave al garete

venían las olas
lo columpiaban....

Agustín Lara

"De la alberca ni hablar ¿verdad?, tocayo" fue la frase con la que manifesté mi decepción o enojo , más bien miedo, después de recorrer un par de habitaciones del Hotel Señorial, la flamante posada de los escritores (el epíteto es pura ironía). El sitio era una mezcla de penitenciaría y manicomio, los cuartos tenían una disímbola decoración, algunos de puerta de cancel, otros de madera, todos con una extraña distribución interior, vestidores más amplíos que la recámara, baños sin separación entre el excusado y la regadera (para que no nos sintiéramos lejos de nuestra casa-de interés social, muy social-), misteriosísimas tarjas en el suelo con advertencias en la pared: Prohibido tirar basura y orinar en este lugar. Eso sí, televisión y ventiladores a falta de jabón, papel sanitario y toallas para todos los ocupantes de cada habitación.

Los mexicanos sabemos que las cosas siempre pueden ir peor, por eso aventuré mi frase "Imaginen este hotel un Viernes Santo a mediodía", la imagen aterró, las carcajadas que sonaron eran realmente risas nerviosas aderezadas por reflexiones sobre el tema que si olería a panbimbo relleno de atún, que si una bisteciza tendría lugar en el patio central, que si una legión de niños rondaría la azotea, que si una vecindad de Santa María la Ribera contribuiría más al PIB nacional, que si...

Qué bien que toca el Acapulco Tropical
Conjunto Acapulco Tropical

Y luego el que comienza el Encuentro, la máxima autoridad ahí presente, la directora de una biblioteca pública, ofreció un discurso inaugural de aquellos que encomian a los jóvenes por dedicarse a las letras, que ponderan su valor en una sociedad donde la televisión gana espacio y la lectura se olvida y esas cosas maravillosas y tan grandiosas.

Después, la primera mesa de lectura, dedicada a la poesía y encabezada por quien lideró el encuentro, ese paladín de las letras mexicanas, líder moral y estimado carnal de muchos de nosotros: Balam Rodrigo. Durante esa mesa se leyó, también, un poema dedicado a éste, su bloguero de confianza y prestanombres del Pávido Návido, fue en voz de Fernando Trejo y no fue el primero del fin de semana.

Se sirvió una incierta comida en el Café Astoria, lugar que fue la sede culinaria del Encuentro y en el cual la fina atención y amabilidad de las meseras no compensaba la medianía del sazón.

Salimos a encontrarnos con Acapulco, a buscar algo del glamour que Elizabeth Taylor y Luis Miguel otrora derramaban sobre sus playas. Un fuerte olor a cincomil inundaba el malecón, una suerte de paradero de Tacuba con mar, quizá Tláhuac con sus canales centenarios sea un mejor símil de aquel perdido paraíso.

Acapulco
donde el amor existe
donde llegan las olas
cansadas de vagar...
Rigo Tovar


La costera nos llevó al Cocoloco, una comitiva no grande y poco pequeña, de la que el hijo pródigo de Jilotzingo formaba parte, dio con aquel sitio para beberse la playa en envase de Victoria guardada en una cubeta disfrazada del más playero de los animales: una ranita.

Mientras refrescábamos nuestra sed de bañistas frustrados, fuimos testigos del actuar de un par de rescatistas que cosieron en vivo la ceja de un turista chilango abierta, seguramente, en algún desliz de presunción, un vaso con agua y algunas servilletas bastaron para reponer la carencia de material de curación, hay que destacar que la mujer que aplicó la costura tuvo la delicadeza de utilizar guantes quirúrgicos.

Quienes no tenían el mismo nivel de higiene eran las masajistas costeñas que en más de una ocasión intentaron manosear la espalda de Daniel Saldaña, ungiéndolo con un lípido bálsamo. Aparte de las sobadas, un desfile de productos de la más variada índole fueron ofrecidos a nuestra mesa: aretes, aceites, playeras, pescadillas, periódicos, discos compactos, camarones frescos, donas, pases para discotecas, imanes para el refrigerador, viajes en paracaídas, ostiones en su concha, pepitas (Víctor Cabrera decidió emular una tarde de pulcata y pidió sus diez pesos de pepitas, claro que en precio Acapulco el importe se incrementó un bastante), paletas heladas, hamacas y no, nadie se animó a subirse a la banana.

Un tecladista sacado del Wings de Fray Servando amenizaba su tarde con un repertorio bastante diezdemayo y unos acordes bastante monocordes. La reflexión giraba en torno a la nula capacidad del turista mexicano para escuchar al mar en la playa cuando comenzaron los acordes de "Perfume de Gardenia" aquella gran canción de Rafael Hernández, dedicada en la playa al versificador de la Floresta por Fernando Trejo que de alguna forma tenía que compenzar el saludo mañanero que me había asestado unas horas antes.

La comitiva se amplio y nos enteramos del slogan de nuestra lounge acapulqueño, Cocoloco, donde el cliente es primero. Y la verdad, lo comprobamos, ahí el cliente es primero.

Vuelan en La Quebrada
las gaviotas,
pañuelos blancos
que dicen adiós
y en el sutil encaje
de la costa te dejé,
para siempre el corazón.
José Agustín Ramírez

El Bar del Puerto nos abrió sus puertas para ofrecernos su cerveza fría y barata (para citarme) y escuchar los textos de quienes tuvimos la suerte de leer al amparo de un gran pez vela tipo marisquería y en el fluir del alcohol. Algunos ya se encontraban en estado servido, un guitarrista se echaba unos boleros en tono y ritmo de chilena costera. Las conversaciones se tornaban interesantes, las amistades se estrechaban y el hambre comenzaba a hacer mella en los cuerpos de los escritores. De pronto alguna dispersión sonó a cena, unos tacos de bistec y al pastor acabaron con el antojo, pero la noche continuaba.

Disminuida la comitiva caminamos por la costera buscando un lugar decente y barato para seguir cheleando. No hubo tal sitio. Así que mejor nos dirijimos a Sinfonía del Mar, una especie de barra de cantina ceceachera con vista al mar acapulqueño, que en la noche y con el reflejo de la luna en sus aguas llega a ser lindo. Ahí, mientras yo charlaba con René Morales sobre jazz, Benjamín Morales se echaba una jeta y Luis Paniagua, agobiado por los sumos del alcohol y obnubilado por la magnanimidad del Pacífico tomaba y tomaba fotos, cuando quiso hacer un close up desde un risco, Fabián Rivera confundió el gesto con una actitud storniniana y corrió a suplicar que no se aventara, al menos no en ese mar tan cañería.

La gente allá en la playa
no deja de bailar
prefieren irse al baile
en lugar de bañar
Los Hooligans

El sábado comenzó con unos chilaquiles algo desabridos en el Astoria, luego una mesa disque de discusión, de esas en las que alguien habla de que la poesía no se vende y alguien salta para preguntar si es deber y gusto de los poetas vender sus libros y alguien más se pone a discutir sobre la militancia de los poetas y a criticar a aquellos que escriben sobre la guerra desde el departamento y a los que firman con mont blanc, el chiste es que qué güeva, porque el asunto en un encuentro de escritores, me parece es hablar sobre escritura, no sobre burocracia y filiaciones. Rodrigo Castillo y Sergio Loo leyeron un par de textos para distraer la discusión hacia un asunto más central: los nuevos derroteros de la poesía mexicana, las formas en que se escribe, algunos esbozos de grupo y cuestiones más interesantes para una mesa de discusión, lástima que la cruda y el sol tropical nos invitaran con premura a volver a la playa.

Tú eres el amor

del cual yo tengo
el mas triste recuerdo
de Acapulco
Alberto Aguilera Valadez

Al mediodía siguiente regresamos al Cocoloco para sentirnos importantes en aquel puerto y fuimos testigos de la forma en que doña Marta y Prudencio (los nombres han sido cambiados por discreción) festejaban sus cincuenta años de casados, cantando boleros, tomando agua de coco y bailando sobre la arena con pellizco de nacha y toda la cosa. Con la relajación que da el sentirse en casa, al amparo del Cocoloco, donde el cliente es primero, continuamos las charlas, escuchamos "Libro abierto" dedicada a todos los poetas del Encuentro de Escritores de Acapulco, luego el tecladista nos quiso complacer con una versión bolerística de "Kumbala" y también sonó la rondallera "Mitad tú, mitad yo" para que Cabrera se deleitara. Todo era Cocoloco y paz. Un coktail de camarones, unas tostadas de ceviche, los pepinos con limón para Ale, la risa por el reportaje del periódico El Sur dode se daba cuenta de la actitud alivianada, los shorts y las sandalias con las que los escritrores jóvenes se reunirón a disertar.

La noche comenzó, otra vez, en el Bar del Puerto, allí hubo largas mesas de narradores, algunas indirectas sobre preferencias sexuales de bardos y, otra vez, una mentada de madre para este escribiente, ahora en boca de Julio César Toledo que disfrazó la refrescada con la dedicatoria de un poema. Luego, tortas de milanesa y chocomilk en un merendero.

San Marcos tiene la fama
de las mujeres bonitas
también Acapulco tiene

de diferentes caritas,
sanmarqueña de mi vida
sanmarqueña de mi amor
D.P.

El deambular de la medianoche nos llevó a la zona roja de Acapulco, a bailar canciones de Sonia López con mujeres de pronunciado vientre, años acumulados en las diminutas faldas y sudores indiscretos en la frente y los pómulos. El Arcelia y sus rótulos de color fueron la antesala de nuestra despedida a la Perla del Pacífico. Concluído el Encuentro de Escritores, con ciertas frustraciones y muchas amistades refrendadas, la noche acapulqueña era nuestra, lástima que nuestros bolsillos no alcanzaran a financiar un ratito de Tavares. Terminamos, con cierto gusto, en un bar donde proyectaban videos de pop gringo mientras un grupo bastante inclusive se echaba covers de Soda Stereo y Los Caifanes, un glorioso bar que bien podría estar en Coacalco, Nicolás Garza, Coapa, Poza Rica o Apan, ese encanto de creer que podríamos estar en otro sitio selló la madrugada y despidió nuestra estancia en Acapulco, a donde volveremos para que nos entreguen la constancia del Primer Encuentro de Jóvenes Escritores Acapulco 2008, cuando tenga verificativo el Segundo Encuentro de Jóvenes Escritores Acapulco 2009 "Cocoloco, donde el cliente es primero".
Post Tenebram Spero Lucem






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6 Comentarios:

Blogger Unknown dijo...

Tocayo, como siempre divertido y puntual. Una gran postal de nuestras andanzas por ese mar tan hórrido. Un gran saludo y nos vemos pronto. (gracias por comprender que no buscaba emular a la Storni en Sinfonía del Mar).

julio 05, 2008 2:23 p.m.  
Blogger Julio César Toledo dijo...

Don Pávido entrañable. Me quito el sombrero ante la tabla indiscutible de su croniquería. Chido, como siempre. Usté sabe que soy fan del pulqueparados. Si ve a LP, dígale que tiene, mi aprecio. Y sabe qué, no se la mente; era un grito de hermandad que quería sumarlo a mi voz para juntos (qué honor tan inmerecido)pudiéramos decir: ¡Que chingue a su madre, ya la voy a abandonar!

julio 07, 2008 4:24 p.m.  
Blogger LEONBOOTS dijo...

chido tu blog porque las centrales camioneras
siemrpe tienen a gente malhumorada en la venta de tickets.


saludos

julio 09, 2008 3:33 a.m.  
Blogger Fernando Trejo dijo...

Poca madre mi querido Luis. Lástima que no estuviste en la cascarita para poder dar lujo de detalle de cada jugadita. Lo que a mí me impresionó (válgase mi "inocencia") fueron los camiones-discotheques graffiteados y llenos de mujeres sino bellas, sí tetonas.
Saludos al buen compadre Toledo y a mi camarada Luis Paniagua.

julio 09, 2008 3:38 a.m.  
Blogger Dalí Corona dijo...

Muchachos, amigos, valedores. Alguien, serobó unos calzones negros muy bonitos (regalo de mi madre) de mi cuarto. Al parecer, toda la seguridad del Hotel, qué digo Hotel, Hotelazo, no sirvió de mucho. Si alguien sabe o los ve, tapando algún cuerpo, por favor, dígale que los lave y los regrese.

Un abrazo.

PD
El maestro y guía de la pandilla (Balam) dice que él no fué.

julio 10, 2008 11:00 p.m.  
Blogger EL PÁVIDO NÁVIDO dijo...

Como dijeron en la Buenos Aires: Vamos por partes. Primero, un agradecimiento a todos por sus gentiles comentarios, desde la entraña más humilde de Tlalnepantla de los Tres Téllaz, las gracias sean dadas.
Tocayo: ya sabe que usted y yo somos tal para cual, yo comprendí su feliz borrachera así que hablen los émulos de pedro sola y digan lo que quieran.
Julio César: No se haga que en esto de la crónica, usted es como una reencarnación de Micrós o del mismísimo Gutiérrez Nájera, lo de la mentada, no tuvo madre, espero la siguiente.
Jimbo: visito su blog.
Fernando: Se me había pasado el detalle de los colectivos en aquel puerto, habrá que hacer algún día la taxonomía del transporte público de este país.
Dalí: juro por la fealdad de Acapulco que yo tampoco hurté su prenda íntima, si no hubiera llevado qué ponerme, hubiese tenido la decencia de pedírle prestada aquella pieza de lencería.
Un abrazo a los camaradas.
Besos y copas
El P.N.

julio 15, 2008 5:02 p.m.  

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