Apunte para un soneto acapulqueño desde Tlalnepantla, un viernes santo
Un viernes ¡ay!, después del de Dolores
hállome entre el silencio y el hastío
de una casa olvidada por el frío
que es nido de calor y sinsabores.
Extraño, pues, del mar turbios olores,
de Acapulco sus olas griterío
y el bar de Cocoloco siento mío
-llorando entre las ya marchitas flores-.
Quisiera en mi espalda un par de manos
nativas, caudalosas y marinas
curando mis estreses casquivanos
muy lejos de tristezas citadinas;
brindar con mis amigos, embriagarnos
y que suene en teclado La Bikina.
Etiquetas: amigos, amistad, El Pávido Návido, pase de abordar, poesía
2 Comentarios:
Ora sí que, como dijera don Jacobo, buena rima...
Qué hondo se nos ha quedado ese lugarcito...
Abrazos!
Ya saca un libro de sonetos. Y ya vi que repetiste en P en Línea. Me gustó el texto. Saludos.
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