esta es la abeja miope miope miope novia del zancudo loco loco loco III

La mañana siguiente un hambre perversa, una sed difícil y los rastros de una noche reumática debido a los aigres del abanico de techo (blanco) despertaron al Pávido Návido que se dispuso a tomar el sol en la veranda de la Posada el Calvario, al amparo de una bugambilia mientras Marisol, Vanessa y Naranjas continuaban durmiendo, hasta que una discusión en didxazá (zapoteco para la chilanguería) y español debida a las bombas de agua y a la cisterna despertaron a los huéspedes que ya entrada la mañana seguían en los brazos de Morfeo (qué tal el tropo, si sí fui a la facultad). Como los recién despertados también tenían hambre y sed nos dirigimos al mercado local a por un caldo, unas quesadillas, un platito de iguana o lo que a cada quien se le ofreciera con su refresquito rey bien frío, también nos echamos unas rebanadas de las piñas que bajamos de la enramada en la boda de Lenin y Soledad. Recorrimos la boutique de huipiles, joyería y guayaberas del segundo piso del mercado, dimos algunas vueltas por el zócalo y nos sentamos bajo un tamarindo (¿a poco no escribo como costumbrista del XIX?) a escuchar versiones de La triste canción de amor, Yesterday, A mi manera, Adoro y otros vernáculos éxitos internacionales en la lengua istmeña que sonaban desde un puesto de discos en didxazá. Después nos fuimos a dormir un ratito, leer, descansar y asearnos para las fiestas que el día y la noche nos tenían preparadas: el lavado de olla de la boda anterior y las velas de los Muxhes. A eso de las cuatro de la tarde se repitió la entrada al salón de fiestas con nuestros respectivos cartones de cerveza los caballeros y las damas ocultando algún dinero en un pañuelo. Esta vez la música corría a cargo de un tecladísta, una batería y unas congas electrónicas (¡oh! yeah) que tocaron un amplio repertorio que incluía potpurrís de Agustín Lara, sones itsmeños, cumbias, baladas al mejor estilo de los Pasteles Verdes y los Ángeles Negros y el ya hartante pasito duranguense. Otra tarde de cervecitas y botanas variadas, bailes y zapateados y deliciosos cigarros Gratos joya costeña, cómo no. La tarde transcurrió y la noche llegó de pronto y ciertos mareos también. Pero el calor y unas cumbias brincadas lo curan todo, así que el Pávido Návido ya estaba listo para continuar con el itinerario propuesto por Puga para la noche: Vela de la Santa Cruz del Cielo "Baila Conmigo" Lado Norte y Vela de la Santa Cruz del Cielo, ambas organizadas por muxhes. Así que entramos a la primera fiesta después de que coronaran reina a Celeste I, le ofrecimos nuestro tequio a Vicky que amablemente nos atendió con más botana y más cerveza mientras observábamos con gran algarabía y contento el vals de la reina y sus chambelanes. Mucha diversión, más baile con dos conjuntos que alternaban, harto amor y tradición en la Vela de la Santa Cruz del Cielo "Baila Conmigo" Lado Norte. Pero la noche, ni de copas, ni loca, aún continuaba y debíamos llegar al siguiente punto de nuestra travesía por la madrugada juchiteca. Así, llegamos al a Vela de la Santa Cruz del Cielo en donde nos recibió con alegría, botana y cerveza Amaranta Gómez y su pléyade de nereidas y damas anfitrionas que con esmero nos atendieron hasta albear el día y terminar el suelo alfombrado de cascos de cerveza, platos de unicel, colillas de cigarro y orín de perro (literal y metafórico). Horas después el Pávido Návido despertó con ganas de alka seltzer y fobia al timbre del celular, las voces altas y el zumbido del abanico. Memo hacía su arribo al centro de Juchitán y la siguiente fase del viaje estaba por comenzar. Post Tenebram Spero Lucem.

La barca en que me iré tiene una cruuuuuuuz de olvido

Una pausa entre fiesta y fiesta

El Pávido Návido cumple con las tradiciones.

Celeste I durante su vals de coronación.

El Pávido Návido felicita a su graciosa majestad Celeste I tras su coronación como reina de la Vela de la Santa Cruz del Cielo "Baila Conmigo" Lado Norte.